La crisis climática en la que vivimos hoy y que sin dudas nos afectará en el futuro, es causada por la incesante actividad humana, inmersa en una economía lineal basada en el extractivismo y el uso de los servicios naturales en un planeta con recursos finitos.

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Esta crisis provoca variados impactos en nuestro ambiente y consecuentemente en nuestra salud.

La calidad y disponibilidad del agua, comida y aire, las olas de calor, los eventos climáticos extremos y los cambios en la ecología de los vectores son solo algunas causas que provocan impactos en nuestra salud.

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Se estima que un cuarto de la carga mundial de enfermedades y, concretamente, más de un tercio de la carga de enfermedades infantiles son consecuencia de factores ambientales modificables. Y como es de suponer, estos impactos afectan en mayor medida a las poblaciones más vulnerables, exacerbando las injusticias sociales ya presentes en el sur global, donde enfocamos nuestro trabajo.

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Una vez que asimilamos al calentamiento global antropogénico como el mayor problema ambiental y de salud pública al que la humanidad se enfrentó en su historia, no pudimos mirar hacia otro lado.
 

Pensando en nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos, es que nos involucramos.